Articulo Investigación

Journal of Cross-Disciplinary Perspectives in Education
Vol. 8, No. 1 (August 2015) pp. 52 – 56

El efecto de Whole Brain Teaching sobre los resultados académicos de los estudiantes varones afroamericanos de Educación Primaria
Wendy VanHosen, Assistant Principal, Suffolk, Virginia
Doctoral candidate, The College of William and Mary

El logro académico, a menudo titubeante, de los estudiantes varones afroamericanos es una preocupación de muchos distritos escolares en toda la nación y ha sido causa de frecuentes problemas para la educación pública durante décadas. Las evaluaciones dadas en la década de 1970 por la National Assessment of Education Progress (NAEP) proporcionó la primera evidencia basada en una investigación nacional de una brecha sustancial en las puntuaciones obtenidas en las pruebas de lectura y matemáticas entre los estudiantes afroamericanos y los estudiantes blancos (Miksic, 2014). Un objetivo principal de la 2001 No Child Left Behind Act  fue eliminar la brecha en el rendimiento académico entre los diferentes grupos de estudiantes. Sin embargo, es evidente que a pesar de los muchos esfuerzos de reforma, varios programas específicamente orientados, e innumerables estudios, la brecha que existe entre los estudiantes varones afroamericanos y blancos sigue persistiendo. De hecho, las estadísticas muestran que los varones afroamericanos son dos veces más propensos a abandonar la escuela secundaria que sus pares blancos, y sólo el 52% los que entran en la escuela secundaria se graduarán en cuatro años (Casper, 2013). Para agravar esta preocupación los estudiantes varones afroamericanos son más propensos a tener maestros ineficaces y que carecen de la certificación apropiada (Casper, 2013).

Es evidente que el bajo rendimiento académico de los estudiantes afroamericanos varones no comienza durante la escuela secundaria, sino que las brechas se evidencian en preescolar. Un estudio llevado a cabo por Yeung y Pfeiffer, utiliza una muestra representativa a nivel nacional e indica brechas de rendimiento significativas entre los estudiantes de preescolar afroamericanos y blancos en las áreas de lectura y matemáticas (Magnuson y Duncan, 2006). Incluso con una identificación temprana, las brechas siguen siendo una preocupación fundamental en la educación estadounidense.

Algunos educadores, intrigados por este perpetuo dilema, miran hacia las investigaciones basadas en el cerebro de la neurociencia para ayudar a determinar cómo llegar a los estudiantes que tradicionalmente han tenido dificultades académicas. Sánchez (2008) establece que: "Lo que se sabe acerca de cómo funciona el cerebro debe ser incorporado en cada proceso y práctica de la enseñanza con el fin de ayudar a los niños de alto riesgo y sus familias" (Sánchez, 2008, p.10). Biffle (2013), co-fundador del programa Whole Brain Teaching  postula que los estudiantes que suponen un desafío deben ser enseñados con estrategias que utilicen múltiples partes del cerebro (Biffle, 2013). Este tipo de instrucción multisensorial atractiva, que a menudo incorpora gestos y enseñanza entre iguales, está siendo utilizado en un número creciente de escuelas en todo el país. El programa Whole Brain Teaching proporciona prometedores indicios de que su filosofía, implementación e institucionalización dentro de las escuelas de primaria puede disminuir significativamente la brecha en el rendimiento académico entre los estudiantes varones afroamericanos y blancos. Este documento ofrecerá una revisión de la literatura y el marco contextual para futura investigación.

La incorporación de la Neurociencia en la Educación
Como la investigación de cómo la neurociencia y la educación  trabajan en conjunto continúa mostrando una relación inextricable, el reto para muchos educadores es determinar cómo traducir este conocimiento en estrategias prácticas y prácticas instruccionales basadas en el cerebro (Franklin, 2005). Esto es particularmente importante para enseñar a los estudiantes que suponen un desafío. En consecuencia, es importante revisar la investigación centrada en cómo el cerebro recibe, procesa y retiene la información y cómo estos factores son propios de la enseñanza y el aprendizaje. También es relevante considerar el compromiso o la implicación del estudiante y la investigación de la enseñanza cinestésica. Además, aunque limitada, se proporciona una revisión de la investigación sobre el programa Whole Brain Teaching de Biffle.

Instrucción basada en el cerebro
Las investigaciones indican que los profesores que conocen las estrategias basadas en el cerebro y que utilizan su comprensión de cómo el cerebro adquiere información para enseñar a sus estudiantes, son más propensos a ser capaz de ayudar a sus estudiantes a aprender a pensar de manera crítica y dar significado a la información (Hruby y Goswami, 2011; Jensen, 2009; y Smith, 2007). Kurt Fischer, Harvard University Graduate School of Education, profesor y director del programa Mind, Brain, and Education , postula que nuestras herramientas para la enseñanza ya no deben ser unidimensionales, sino multidimensionales. La instrucción debe proporcionar a los estudiantes las herramientas para recordar no sólo la información, sino para implicar a sus cerebros en los procesos de pensamiento que promueven la generación de nuevas ideas (Brown, 2012; Worden, Hinton, y Fischer, 2011). Las investigaciones también indican que la memoria no se almacena en una sola área del cerebro, sino que se descompone en imágenes visuales, emoción, movimiento y otras áreas sensoriales del cerebro (Willis, 2007; Wolfe, 2015). Cuando el cerebro recuerda la información en realidad la reconstruye desde cada una de las áreas sensoriales del cerebro. Estos descubrimientos de la investigación neurocientífica proporcionan una base para involucrar múltiples partes del cerebro del estudiante en la enseñanza, posibilitando múltiples vías para el aprendizaje (Wolfe, 2015).

Las investigaciones también indican que existe una relación sustancial entre los procesos de aprendizaje del cerebro (Jenson, 2005) y la emoción. La capacidad del cerebro para retener la información se ve aumentada por la intensidad de la emoción generada durante el proceso de adquisición. Esto es importante para la instrucción porque los estudiantes que participan en las conversaciones de clase y en las experiencias de aprendizaje emocionalmente activos son más propensos a recordar los elementos clave de esa experiencia. La emoción puede ser un catalizador o bloqueador para la conexión de la información a través de las neuronas cerebrales (Mitchell, 2008; Sylwester, 1994). Por ejemplo, si el estudiante experimenta un evento traumático antes de llegar a la escuela, el cerebro del estudiante puede bloquear las vías de conexión de las neuronas dentro del cerebro. Sin embargo, un estudiante entusiasmado con el aprendizaje de una lección en particular, experimenta una respuesta biológica positiva en el cerebro que estimula la capacidad de procesar la nueva información. Este hallazgo es atractivo para la enseñanza de alumnos que suponen un desafío ya que a menudo experimentan eventos traumáticos fuera del entorno escolar. Los estudiantes varones afroamericanos tienen más probabilidades de tener un estatus socioeconómico bajo y con frecuencia caen por debajo del umbral de pobreza. La investigación basada en el cerebro apoya la necesidad de proporcionar un ambiente seguro para el estudiante, junto con una enseñanza que emplee varias partes del cerebro.

Un componente crítico de un ambiente de aprendizaje efectivo es un aula conducida por una instrucción multi-sensorial basada en el cerebro (Wilmes, Harrington, Kohler-Evans, y Sumpter, 2008). Otros factores, como la relación profesor-alumno, proporcionar un ambiente seguro y asegurar que se satisfagan las necesidades básicas de los estudiantes, contribuyen a la capacidad del cerebro para poder recibir, procesar y retener información más adecuadamente. Una vez que estos factores están en su lugar, hay una mayor probabilidad de que el alumno sea capaz de participar en el proceso de enseñanza y aprendizaje. El cumplimiento de estas necesidades básicas reduce los factores de estrés y las investigaciones indican que hay un impacto negativo en la capacidad del cerebro para procesar la información cuando se está bajo condiciones de estrés (Conant, 2001; Jensen, 1998)

Implicación del estudiante
Las investigaciones indican una relación significativa y sustancial entre la implicación y el rendimiento de los estudiantes afroamericanos en comparación con sus compañeros blancos (Darensbourg y Blake, 2013; Moller, Stearns, Mickelson, Bottia, y Banerjee, 2014). Además, también afecta en la implicación de los estudiantes la influencia del profesor a través de su capacidad para relacionarse con ellos y el nivel de atención que les proporciona. Estos hallazgos sugieren que cuando los estudiantes están muy interesados por profesores atentos, su potencial para el aprendizaje aumenta.

También hay una gran cantidad de investigación que proporciona una correlación positiva entre la implicación y el comportamiento de los estudiantes. Cuantos más implicados académicamente estén los estudiantes menos mostrarán un comportamiento disruptivo. Si todo el cerebro está implicado en el aprendizaje, no hay ninguna zona mental de sobra para los comportamientos problemáticos (Biffle, 2013). En un estudio reciente se encontró una correlación positiva y significativa entre la enseñanza y el compromiso y una correlación negativa significativa entre la enseñanza y la interrupción (Scott, Hirn, y Alter, 2014). Esto apoya los estudios de investigación previos que determinaron que la mejora de la instrucción del maestro se asocia con el comportamiento positivo de los estudiantes (Brophy, 1986; Farbman y Kaplan, 2005). Parsons y Taylor (2011) se suman de forma significativa a la cantidad de literatura sobre participación de los estudiantes al concluir que la implicación del alumnado no es sólo es fundamental para la reducción de comportamientos en el aula, sino que su intención fundamental se dirige a guiar a la minoría desmotivada, estudiantes predominantemente de escasos recursos económicos en riesgo de abandonar la escuela secundaria. Con el tiempo, las estrategias de implicación de estudiantes han evolucionado con el propósito general más amplio de la gestión de comportamientos en el aula (Parson & Taylor, 2011).

Enseñanza cinestésica
La Enseñanza cinestésica implica el uso de los movimientos del cuerpo para enseñar conceptos. Este método de enseñanza fomenta la participación de todos los estudiantes a través de gestos o movimientos del cuerpo para manifestar comprensión. Un estudio sobre estudiantes de la escuela intermedia indica un crecimiento significativo en aquellos estudiantes que fueron identificados previamente como de bajo rendimiento (Lister y Ansalone, 2006). La actitud del estudiante y el grado en que los estudiantes están involucrados en su propio aprendizaje es también un factor importante, especialmente con estudiantes de bajo rendimiento. La investigación revela además que tanto el rendimiento como la actitud para el aprendizaje se incrementan cuando se emplean las estrategias táctiles/cinestésicas. De este modo, se sugiere que los sistemas para transmitir la información, especialmente aquellos que involucran a los estudiantes activamente en el proceso de aprendizaje, pueden facilitar el desarrollo de los resultados académicos y de actitudes positivas (Lister y ANSALONE, 2006).

Hay una cantidad significativa de investigación que indica una relación positiva entre el movimiento y el aprendizaje, así como entre el movimiento y la retención. El movimiento puede ser una estrategia cognitiva eficaz para (1) fortalecer el aprendizaje, (2) mejorar la memoria y la recuperación, y (3) mejorar la motivación del alumno y la moral (Jensen, 2009). Este conjunto de investigaciones apoya el uso del movimiento como una modalidad para ayudar a involucrar a los estudiantes y facilitar el aprendizaje. Jenson (2009) escribió: "Es verdaderamente asombroso que el modelo dominante para el aprendizaje formal sea todavía 'siéntate y recibe.' No sólo es asombroso; es vergonzoso. ¿Por qué se insiste, cuando la evidencia de que dar solo una conferencia no es suficiente, es tan fuerte? "(Jenson, 2009). Esta arrolladora declaración habla de la necesidad y la resistencia a la implementación de las prácticas de enseñanza con elementos cinestésicos, alejándose de aquellas prácticas que han demostrado ser ineficaces.

El Programa Whole Brain Teaching de Biffle
En un estudio que trató de evaluar el impacto de Whole Brain Teaching sobre el comportamiento de los estudiantes que suponen un reto, se evaluaron nueve tipos de comportamiento de los alumnos con estudiantes de quinto grado. Los resultados de este estudio indicaron una disminución del 50% en los comportamientos negativos de los estudiantes desde las observaciones previas a la observaciones posteriores después de implementar Whole Brain Teaching (Palasigue, 2009). Estos resultados apoyan las teorías de la implicación de los estudiantes que indican que cuanto más se involucra un estudiante con la lección, menos probable es que el estudiante genere conductas disruptivas (Scott, Hirn, y Alter, 2014).

Un video reciente desarrollado por el Public Broadcasting Service , llamado Teachers Tap Into Brain Science to Boost Learning  publicado el 1 de julio de 2015, pone de manifiesto la aparición de Whole Brain Teaching en las escuelas de todo el país. Este video, que graba a un maestro de tercer grado de Filadelfia, muestra a los estudiantes totalmente implicados. El video también hace referencia a un estudio sobre el efecto de Whole Brain Teaching en una escuela primaria de California (Prep School Gilroy), que comprobó que los resultados de las pruebas de matemáticas y lenguaje mejoraron en un promedio del 11 por ciento.

Resumen
Las investigaciones indican que conectar la neurociencia con las prácticas de instrucción tiene implicaciones prometedoras a la hora de abordar la brecha en el rendimiento entre los estudiantes varones blancos y afroamericanos. La investigación también apoya las estrategias incluidas como parte del programa Whole Brain Teaching.

Está claro que una única variable no puede explicar la continua existencia de esta brecha en el rendimiento debido a las variaciones en los marcos contextuales de los entornos sociales, culturales, y de la escuela. También está claro que la emoción y el estrés afectan a la capacidad del cerebro para procesar la información, por lo que deben tenerse en cuenta las necesidades básicas de los estudiantes.

La continuidad de esta brecha en el rendimiento es inaceptable para la educación pública en los Estados Unidos. La brecha está en directa oposición a las leyes históricas, como la Ley de Igualdad de Educación de 1974, que asegura que los distritos escolares han de proporcionar una educación igual para todos los estudiantes. Los costes causados por la continuidad de esta denigrante brecha incluyen déficits en materia de alfabetización, así como el aumento en las tasas de abandono y desempleo. Estas consecuencias se extienden mucho más allá de los años de escuela primaria, donde la brecha comienza a ensancharse. Whole Brain Teaching proporciona una oportunidad para potencialmente cambiar la trayectoria de la educación de los estudiantes varones afroamericanos.

Referencias
Biffle, C. (2013). Whole Brain Teaching for Challenging Kids. Yucaipa,CA: Whole Brain Teaching, LLC.
Brophy, J. E. (1986). Teacher influences on student achievement. American Psychologist, 4, 1069–1077.
Brown, B. L. (2012). Bringing brain research into teaching. Principal, 91(3), 34-35.
Casper, E. (2013). American promise. Retrieved July 20, 2015, from http://www.pbs.org/pov/americanpromise/photo_gallery_background.php?photo=2#gallery-top
Conant, B. (n. d.). Learning what we've learned. Retrieved January 12, 2006, from http://www.nauticom.net/www/cokids/articleleaming.html
Darensbourg, A. M., & Blake, J. J. (2013). Predictors of achievement in African-American students at risk for academic failure: the roles of achievement values and behavioral engagement. Psychology in the Schools, 50(10), 1044-1059.
Duncan, G. J., & Magnuson, K. A. (2005). Can Family Socioeconomic Resources Account for Racial and Ethnic Test Score Gaps? Future Of Children, 15(1), 35-54.
Farbman, D., & Kaplan, C. (2005). Time for a change: The promise of extended-time schools for promoting student achievement. Boston, MA: Massachusetts 2020.
Franklin, J. (2005). Mental mileage: How teachers are putting brain research to use. Education Update, 47(6), 1-7.
Gill, D. (2014). We Shall Overcome: By Focusing on Black Male Students. Education Digest, 80(2), 36-39.
Griss, S. (2013). The power of movement in teaching and learning. Education Week Teacher, Retrieved August 1, 2015, from http://www.edweek.org/tm/articles/2013/03/19/fp_griss.html
Hess, F. (2011). Our achievement-gap mania. National Affairs, 9,  Retrieved June 17, 2015 from http://www.nationalaffairs.com/publications/detail/our-achievement-gap-mania
Hruby, G. G., & Goswami, U. (2011). Neuroscience and reading: A review for reading education researchers. Reading Research Quarterly, 46(2), 156-172.
Jensen, E. (1998). Enriched environments and the brain. Retrieved January 13, 2006, from The Association for Supervison and Curriculum and Development Website: http://www/ascd.org/readingroom/books/jensen98book.html
Jensen, E. (2005). Teaching with the brain in mind. Alexandria, VA: Association for Supervision and Curriculum Development.
Jensen, E. (2009). Teaching with poverty in mind: What being poor does to kids' brains and what schools can do about it. Alexandria, VA: Association for Supervision and Curriculum  Development.
Lister, D., & Ansalone, G. (2006). Utilizing Modality Theory to Achieve Academic Success. Educational Research Quarterly, 30(2), 19-29.
Miksic, M. (2014). The persistent achievement gaps in American education. CUNY Institute for Education Policy, Retrieved August 1, 2015, from http://ciep.hunter.cuny.edu/the-persistent-achievement-gaps-in-american-education/
Mitchell, A. (2008).   Brains: The secret to better schools. Brainstorm, Retrieved August 4, 2015, from http://atkinsonfoundation.ca/wp-content/uploads/2013/07/brainstorm-the-secret-to-better-schools.pdf
Moller, S., Stearns, E., Mickelson, R. A., Bottia, M. C., & Banerjee, N. (2014). Is Academic Engagement the Panacea for Achievement in Mathematics across Racial/Ethnic Groups? Assessing the Role of Teacher Culture. Social Forces, 92(4), 1513-1544.
Moore, J. L., III (2006). A qualitative investigation of African American males’ career trajectory in engineering: Implications for teachers, counselors, and parents. Teachers College Record, 108, 246-266.
Parsons, J. & Taylor, L. (2011). Student Engagement: What do we know and what should we do?. Current Issues in Education, 14(1).
Sanchez, H. (2008). A brain-based approach to closing the achievement gap. Bloomington, IN: Xlibris.
Scott, T. M., Hirn, R. G., & Alter, P. J. (2014). Teacher Instruction as a Predictor for Student Engagement and Disruptive Behaviors. Preventing School Failure, 58(4), 193-200.
Smith, S. (2007). Using action research to evaluate the use of brain based teaching strategies in the classroom. International Journal of Learning, 13(9), 121-126.
Sylwester, R. (1994). How emotions affect learning. Educational Leadership, 52(2), 60.
Tulenko, John. (2015). Teachers tap into brain science to boost learning. Retrieved on August 5, 2015, from http://www.pbs.org/newshour/bb/teachers-tap-brain-science-boost-learning
Willis, J. (2007). Brain-Based Teaching Strategies for Improving Students' Memory, Learning, and Test-Taking Success. Childhood Education, 83(5), 310-315.
Wilmes, B., Harrington, L., Kohler-Evans, P., & Sumpter, D. (2008). Coming to our senses: Incorporating brain research findings into classroom instruction. Education, 128(4), 659-666.
Worden, J. M., Hinton, C., & Fischer, K. W. (2011). What does the brain have to do with learning?. Phi Delta Kappan, 92(8), 8-13.